LAS LÁGRIMAS SON TUS MEJORES ALIADAS

Cuando una mujer llora después del sexo,

el beta se desespera.

“¿Qué hice mal?”

“¿Dije algo que la ofendió?”

“¿Estará pensando en su ex?”

El beta entra en pánico,

se convierte en un terapeuta de pacotilla

y empieza a preguntar como si su vida dependiera de ello.

Grave error.

Ella no necesita que la salves.

No quiere que le resuelvas nada.

Y mucho menos quiere que la hagas hablar.

Lo que quiere es sentir.

Las mujeres lloran cuando una garchada les mueve el alma.

Cuando su cuerpo y su mente no pueden procesar

la intensidad de lo que acaba de pasar.

Y ahí es cuando te pruebas como hombre.

Un sigma sabe que el llanto no es un problema.

Es un regalo.

Es la confirmación de que ha tocado algo profundo.

Por eso, cuando ella llora,

él no dice nada.

No pregunta.

No trata de entender.

Solo actúa.

Un abrazo distante.

Un beso en la teta.

Un shot de tequila.

Luego, sigue su vida como si nada.

Sin pedir explicaciones.

Sin buscar aprobación.

¿El resultado?

Horas después,

ella estará más pegada a ti que nunca.

Se sentirá vulnerable, conectada, tuya.

Y cuando vuelva a meterse en la cama,

su entrega será total.

El llanto femenino no es un problema.

Es un puente hacia un vínculo más profundo.

Pero solo si eres lo suficientemente hombre

como para no arruinarlo con tu inseguridad.

El beta intenta calmar sus emociones.

El sigma las deja fluir.

La diferencia entre estos dos tipos de hombres

se nota en la forma en que las mujeres los tratan después.

Así que la próxima vez que una mujer llore delante tuyo

Cierra la boca.

Y deja que su cuerpo haga el resto.

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un abrazo

atte:

Tu Hermano Mayor,

Iván Barca.